Esta es la primera ocasión que he tenido de estar en un colegio como "profesora" y no como una alumna más. He de decir que ha sido una magnÃfica etapa.
Comencé con ganas. Estaba nerviosa e impaciente por empezar, por ver qué me depararÃa allÃ. Yo me preguntaba: ¿cómo será el colegio? ¿y las aulas? ¿qué método estarán utilizando? ¿trabajarán por proyectos? ¿tendrán rincones? ¿utilizarán metodologÃas innovadoras? ¿cómo serán las maestras? ¿y los niños? ¿habrá muchos niños con necesidades educativas especiales? Eran muchas las cuestiones que rondaban por mi cabeza, y estaba deseando resolverlas.
Poco a poco fui tomando contacto con el centro, conociendo cómo funcionaban, qué normas les regÃan, qué estilo de educación les ofrecÃan a los niños,... Lo mejor de todo era la acogida que me ofrecieron tanto el centro como los niños.
Para mi esta etapa suponÃa una oportunidad para poner ejemplos a todo lo que he aprendido durante estos años en la universidad. QuerÃa observar todo, hacer miles de preguntas a las maestras con las que tuve la suerte de compartir aula, observar cómo se comportaban los niños,... Mi actitud ante todo momento fue de aprendizaje, pero sobre todo de disfrutar aprendiendo.
Allà pude conocer lo bonito que es este trabajo, pero también lo costoso que se convierte en ocasiones. Me pude poner en la piel de todos esos maestros y maestras con dolor de garganta que deben dar clase y no pueden descansar la voz ni cinco minutos seguidos. Igualmente merecÃa la pena ir al colegio por todo lo que aprendes y por la actitud que tienen los niños contigo.
DÃa a dÃa me iba dando más cuenta de lo que significa ser maestra para mà y de las ganas que tengo de conseguir mi sueño. Siempre he pensado que valÃa para esta profesión, pero en esta ocasión he podido reafirmar mi pensamiento. En cada una de las situaciones que se me ofrecÃan intentaba pensar con mente de maestra e imaginar cómo lo resolverÃa yo y que harÃa ante esas situaciones. También se me ha dado el caso de tener que quedarme sola en el aula y creo que he sabido controlar la situación: dirigir a los niños, atender a los que necesitaban mi ayuda, prestar atención a cómo se comportaban, etc.
Cuando realicé la sesión que tanto tiempo me habÃa llevado preparar pude darme cuenta de mis competencias y habilidades como maestra, además de todo lo que me queda por aprender. Esto es algo que sabes cuando estás estudiando la carrera, pero que te demuestra la experiencia en el aula. A pesar de saber qué puedes hacer, qué no, qué tecnicas existen y cómo podrÃas actuar con cada niño, hay que seguir aprendiendo y formándose constantemente.
Durante esta etapa he aprendido tantas cosas que no cabrÃan en esta conclusión. Pero puedo decir que he interiorizado con ejemplos lo que aprendà en la carrera, he aprendido cómo se organiza un colegio, que en cada nivel se actúa de un modo diferente, lo distintos que son los niños dependiendo de su edad, qué tipo de material es aconsejable utilizar con cada edad y en cada ocasión, lo importante que son las rutinas para los niños y lo fácilmente que se hacen con ellas, lo importante que es tener una buena relación con las familias, lo mucho que disfrutan los niños cuando te interesas por sus aficiones y por su dÃa a dÃa, cuánto les gusta que su maestra le ponga un MB en una ficha y le recompense con palabras bonitas, entre otras muchÃsimas cosas.
Pero lo más importante que he aprendido es que los niños son increÃbles, y que no hay sentimiento más satisfactorio que interesarte, esforzarte, ponerle ganas e ilusión, ver cómo consiguen mejorar y aprender con tu ayuda, y que además ellos te lo agradezcan con una de sus sonrisas.
Para finalizar cito a Paulo Coelho diciendo: "un niño puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea". Ellos me han dado el empujón necesario para exigir con todas mis fuerzas aquello que deseo, y es ser maestra de educación infantil.